jueves, 15 de septiembre de 2011

Un Amor Incontenible

Todo había comenzado cuando era apenas una niña, y no cuando estaba en su juventud como ella siempre lo pensó, siempre fue la mas protegida, la querida por todos, siempre a su alrededor había un destello de luz, por su alegría pero también por su significado para la familia.
Sara como sus padres la habían llamado era la menor de tres varones, y si bien era la consentida, la más pequeña de todos, también tenia la mayor de las responsabilidades. Sobre su espalda llevaba el peso de unir a la familia, tras una gran pelea desde el tiempo de los abuelos, todo el clan se había separado, dicen las historias contadas por los mayores, y todas en general culpan al dinero, el de una herencia, una sin repartir, una sin encontrar, una inventada por algunos para separarlos a todos.
Nunca se supo quien fue el interesado en separarlos, cual era el propósito de inventar tal herencia y tampoco se supo hasta hoy cual era el motivo por el cual Sara debía por encima de todas las cosas intentar volver a unirlos, pero  siempre estuvo claro en la mente de todos la misión de ella, desde el más viejo hasta el mas joven estaban enterados, y confiaban en la pronta acción de la joven, y la consideraban una elegida.
A ella, por su parte parecía no importarle, se sentía bien siendo el foco de atención, le gustaba ser tan querida y pensaba, por supuesto, en el momento en el cual concretaría su tarea, la idea la martillaba cada día, la dejarían de querer?. Sería capaz de realizarla?, quién decidió hacerla la elegida para traer de vuelta la unión y la armonía?, todas esas preguntas a diario terminaron por enloquecerla, Sara, la pobre Sara terminó huyendo de su destino, y se sumió en un mundo imaginario en donde solo podía caminar entre verdes campos repletos de girasoles, hablaba de eso constantemente, sola por supuesto, pues también se aisló de sus padres y hermanos y cuando alguna persona intentaba hablarle, la única respuesta recibida era un pobre “déjame, no ves?, soy la elegida!” se creía una especie de deidad, no permitió, hasta hoy, la tocaran o tan siquiera la miraran. Pues de tanto pensar como uniría a la familia el cerebro se le tostó hablaba sola y por lo demás, todos comenzaron a hablar de ella.
Se decían unos a otros diferentes versiones de lo ocurrido y se lamentaban hipócritamente sobre la situación de la pobre Sara, unos de manera inconsciente comenzaron a acercarse a los otros, buscaban la manera de ayudarla, se reunían y buscaban la solución, no querían perder la única esperanza de volver a tener paz, la ultima esperanza de unirse como familia, habrían perdido en los confines de las enfermedades mentales a su elegida, a su Sara, se preguntaban unos a otros, hasta hoy el día de su muerte. Al verla lo supimos, su tarea había sido cumplida, estábamos todos unidos, ella lo logró, con su muerte lo logró.

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